Tengo miedo. Soy una anciana y tengo miedo. Quizás pudiese decirlo con palabras edulcoradas,  con argumentos melosos, correctos. No tengo porqué tener miedo, me dicen. Estoy en un hospital y aquí no pasa nada. Tengo cuidados, saldré de esta y pronto me iré a casa.

¿ Casa ? – ¿ qué casa? – ? Me reclamó la habitación mi hija, tiene derecho, aquella es su casa y yo no debo molestar. Es que en el fondo, mira, quizás tengan razón, porque la vida está muy dura, ella trabaja mucho y los niños tienen tantos deberes que ni me miran…  Es que , bien visto, estorbo soy y de los buenos, de aquellos trastos que todo lo gastan y nada producen.

No es que esté muy enferma, es sólo una pequeña bajada de tensión, y algo del ¿ ánima ? que me dice que ya vale, que quizás son demasiados años para vivir aquí , en este planeta, donde todo es alegría. Los amigos de mi edad ya se ha ido. Voluntariamente.

Durante dos horas fueron jaleados como héroes es luego el olvido los cubrió.

Creo recordar que había cierta prisa, Dolores, buena mujer, dijo que “alguna cosa le habían dado” para que viene tan normal que solicitase “salir de manifestación”. ¿ Se llama así en la nueva Era ? , bueno, creo que se dedicaba a la  Cábala., allí le explicaron que sólo somos fractales de un dios anónimos que no tiene nada que ver con nosotros. Y que nos regimos por las leyes de causa-efecto, y que uno pues, deja este cuerpo y coge otros, reencarna y luego vuelve. Vestido de bebé y sin tener que solicitar la muerte por sufrimiento. Mirad, es curioso. Uno vuelve de bebé para no estorbar, pero un bebé necesita muchos cuidados. 

Dolores, antes de irse voluntariamente, me decía que sus tres hijas habían abortado alguna vez, pero que no era problema porque los bebés volverían, que ahora no era tiempo, que no pasa nada, que dos mil  de cristianismo nos han enfermado y que todo es un problema de percepción.

Me pongo a percibir, antes de que vuelva el doctor.  A ver como lo hago, en el fondo me auto convenzo de que debo tener algún problema. La promesa de volver en un cuerpo de bebé , cono hija de mi nieta me seduce muy poco.  ¿ Como debería llamarte, Alicia ? En fin ,delirios, pero debo estar equivocada porque todo el mundo se los cree.

Así que no pasa nada. Me darán una inyección en la vena, dejaré libre la habitación y volveré de aquí poco tiempo como hija de Alicia, ni nieta pequeña. Sólo es un pequeño respiro para que puedan ellos cuadrar cuentas, sanear la economía y hasta muy pronto. 

Debo firmar, me dicen. Y esta es una buena idea, yo firmo , desalojo la habitación y dejo de cobrar la pensión del erario público. claro, es mucho dinero el que gasta el estado conmigo, demás “ellos” no pueden estar por mi- “Ellos” son mis hijos.

Sonrío y recuerdo … hace años, cuando un escritor para el que trabajaba me llamó para decirme que marchaba a Holanda. que le había llamado su cuñada porque iba a morir el día jueves. Yo me quedé muda y helada porque no entendía que  nadie pudiese llamar para anunciar la fecha de su muerte. Mi querido escritor me espetó: ” No seas hipócrita”. Ella así lo pidió.

Mi voz incrédula ¿ Porqué ? – respuesta, porque está enferma.

¿Pero..? Sufre … – respuesta, no, aún no. Pero sí sufriría si no se va. 

¿ “Se va”? – tardé en darme cuenta del eufemismo. 

Todo el clan marchó como a una fiesta, la cuñada murió plácidamente inyectada y todos fueron felices. Quizás todos no.

Miré al Cielo preguntándole a Dios que le parecía, que dijese alguna cosa, que se pronunciase. Silencio. Silencio abismal y una espina clavada en el pecho.

Quité la espina. Yo entonces era una mujer joven y admiraba a mi escritor.  Sin embargo el malestar me vaciaba el alma cuando escuchaba sus cristianos argumentos y lo acompañaba a Misa.

– Ramón, le dije un día. “Voy a hacerme judía “.  

Me miró furioso.  ¿Porqué ? Por el quinto mandamiento. En hebreo es “no asesinarás”.  Puedo matar en defensa propia pero no asesinar planificadamente a nadie.

Me marche y no me hice judía. Sigue la vida como siguen los cuentos, un día tras otro, las situaciones se presentaban y la racionalidad ante la muerte me espantaba cada día más.

Una sobrina. Cáncer. Iba a morir pero ella quería vivir una semana más porque era madre de tres hijos.  Le contestaron – en el hospital que no, que salía muy caro. Ainoha, se llamaba, me lo dijo llorando. Verás, es que ..  – ” Me han dicho que quiero vivir esa semana porque soy joven pero que no merece la pena, es caro”. su marido, adoctrinado, le hablaba de la casa que comprarían cuando ella ya no estuviese. claro, era una casa grande y sin ella, pues un apartamento pequeño,  la mamá se muere y es lo más normal, salía caro prolongarle la vida. Murió en 2010, sin haber vivido esta semana extra. Salía caro, claro. Tenía 36 años.

Yo sin entender. Buscando la frontera entre el bien y el mal. A tientas buscando al Ser que me dio la vida para preguntarle si tenía derecho a “salir voluntariamente de manifestación “·  porque era “un incordio y un estorbo” ,” porque ·sale caro”. Más silencio y otra espina más potente.

Familia. murió mi padre, mi madre y mi hermano, De vejez ellos, de enfermedad él.  Diez años de dureza, cuidados y stress. cuando todo acabó, reviví “felicidades”, me dijeron,  por mi libertad. Libertad de “ellos ” , para llorar y no parar. Aunque “ellos” marcharon solos, nadie  los ayudó.

Esa es mi paz. Cuando en los círculos en lo que me movía me insinuaban  que ” mamá vivió demasiado”, que la vida de mi hermano, amputado y ciego ” no valía la pena” , me preguntaba furiosa para quienes no valía la “pena”. En todo caso la pena era mía.

Quedé “libre” . mi entorno me felicitó y yo aún estoy llorando.  No cabe decir ni explicar que me marché de aquel “entorno”.

Bien . Quedé sola. pasaron pocos años y me anuncia el gobierno – uno de los muchos que hemos tenido – que van a tramitar la ley de eutanasia.

Miro hacia atrás y vuelvo a preguntarle a  Dios. Y siento que me mira desde la lejanía, unos ojos divinos que miraron los campos de concentración , los gulags, las hambrunas, unos ojos que si fuese porque son divinos romperían a llorar.  “Sois libres”- dice – “Ya”. contesto. Pero si no valoramos el don de la vida nos lo quitarás. “claro”- contestó- ¿ Para qué lo queréis ?.

No sé cómo acabará esta historia. Tampoco puedo elegir mucho , en casa no me quieren ,la residencia es cara y aquí no me podrán tener.  así que espío cada día los papeles que firmo y las medicinas que me traen.

– ” No es no “-  digo , parafraseando una  expresión muy manida.

Pero, María … es un momento y les hace un favor. No la pueden tener.

– No es cierto.- Es que no quieren que viva.  bueno, que viva si, mientras no moleste mucho..

Tengo que tomar una decisión “libre”. la verdad, el cuerpo duele, pero no tanto. lo que duele es el alma.  Duele cuando vienen a verme y ven que todavía estoy “aquí”, que no hay manera de que acepte los convenios. Es que siempre he sido así , no me gusta la muerte, , no me gusta que me mientan ni que me llamen ” fractal reencarnadle”, o que “he terminado ya mi  “Tikún”, que ya es hora…

Pues  No. No es no. Expreso ante la aguja que me va a taladrar el brazo. En este momento la correas me atan a la camilla y grito : ” Dios, sácame de aquí ” .. y el milagro sucede porque el mismo Dios que me alentó me recoge de la camilla, enjuga mis lágrimas y me lleva con Él.

La aguja ni me tocó.

Desde la casa del Padre, cuando leáis este escrito ya estaré con Él.

“Ni uno de sus huesos será quebrado”, dijo el Profeta. 

María Amparo Batalla Chulia

Barcelona, Marzo 2010.