Medicina del siglo XXI y el desafío de la dignidad humana

Dra. Raquel Bolton

La base de la Bioética es el respeto por la vida y la dignidad del enfermo y éste debe ser centro del acto médico.

Los principios de la Ética Médica se fundamentan en el Principio de Autonomía y su autodeterminación, revelando el respeto por la persona humana como valor fundamental.

El ser humano decide a través de su conciencia y su libertad; en el caso de una patología que las comprometan, la misión de la actividad médica es pensar en el bienestar del paciente y la consideración de su integridad como valor fundante.

El Principio de Beneficencia protege y defiende los derechos de las personas. Detalla las medidas preventivas evitando el daño que pueda ocurrir a otros. Cuando este principio no considerara la opinión del paciente, se incurre en un marcado paternalismo.

Profundizar en el Principio de No Maleficencia y Justicia nos introduce en primer término a la versión en latín “primum non nocere”, que significa literalmente primero no dañar y obligatoriedad en el marco de la justicia de tratar a cada paciente como corresponde, respetando una calidad sanitaria accesible para toda la población de manera equitativa.

La Veracidad e Integridad como principios marcan desafíos para la Medicina del Siglo XXI, su incorporación en el marco bioético evidencian la necesidad de pensar en nuevos abordajes, que tengan en cuenta la mirada integral de la persona humana en situación de vulnerabilidad.

Decir la verdad es un deber y promueve la confianza y la comunicación, siendo necesario el conocimiento de la situación clínica, para que el paciente pueda hacer uso de su autonomía respecto a consentir un determinado tratamiento y llegado el momento a manifestar su voluntad en forma explícita, mediante directivas anticipadas.

La veracidad implica respetar a los demás y ser fiel al derecho que tiene un enfermo a estar informado sobre su propio estado de salud, los profesionales de la salud deben transmitir información y documentación clínica respetando la dignidad del paciente.

El Principio de Autonomía le permitirá al paciente informarse sobre su estado de salud, procedimientos propuestos y especificación de los objetivos perseguidos, asimismo intervenir en investigaciones en salud, recibiendo información por parte del profesional de la salud quién debe garantizar el acceso a los apoyos que necesite, evaluando su capacidad y competencia.

Asimismo expresar su voluntad en forma explícita, posibilita al paciente en el plano de plena autonomía, planificar anticipadamente los cuidados de salud antes de que llegue el momento de una posible enfermedad y el deseo sobre qué cuidados quiere recibir.

El Equipo de Salud debe ser competente desde lo técnico y científico y demostrar competencia desde lo ético y antropológico, ya que el ejercicio de la medicina tiene acto en un hombre que trasciende, intransferible que posee el valor de la dignidad humana.

La enfermedad fractura la integridad (del latín integer, totalidad) de la persona, etimológicamente integridad se refiere a unidad intacta, supone además honestidad y rectitud, teniendo implicancias éticas, axiológicas y psicofísicas.

Una mirada ontológica lleva a individualizar la integridad e identidad, como componentes esenciales; un cuerpo enfermo no debe ser tratado como objeto, pertenece a alguien que merece respeto y se encuentra vulnerable ante una determinada situación.

La investigación científica y la investigación clínica en seres humanos siempre ha planteado al equipo de salud dilemas éticos, la historia evidencia la actividad de investigadores que privilegiando una fundamentación científica, no consideraron la voluntariedad ni el consentimiento de las personas sujetas a investigación , violando sus derechos y cuidados.

Cambios en el sistema de gestión sanitaria, violaciones a la ética, consideración de los recursos sanitarios en relación a las necesidades de la población y como motivo de violencia en una relación paciente- profesional de la salud, forman parte de algunos desafíos que debieran tenerse en cuenta como primer requisito al evaluar un protocolo desde la mirada técnica y científica.

El desafío de su realización supone la presencia de principios morales y contenidos científicos en el marco de una formación académica, que comprenda los valores éticos y la dimensión de servicio.

Considerar al paciente en forma integral, permite cubrir las necesidades físicas, psíquicas, sociales y espirituales desde la competencia de un equipo interdisciplinar que acompaña una trascendencia personal.

Pero es necesario que desde un ámbito académico en la formación pre y post grado se acompañe al equipo de salud, una bioética dialogante y pluralista fundamentada en valores y principios puede llegar con competencia y coherencia a responder al desafío que nos presenta los avances de las ciencias biológicas en la Medicina del Siglo XXI.