Pinceladas de una persona auténtica

Por Francisco I. Buchart D.

“Un hombre auténtico tiene como ideal moral hacer el bien…

El bien sólo puede venir de la verdad, nunca del error. El error es el veneno de la inteligencia.”  JGH[i]

La vida de José́ Gregorio Hernández Cisneros no sólo es interesante y admirable, es atrayente. ¡Es una persona genial! ¡Auténtica! Su vida, ¡valió́ la pena! Buscador, pensador, contemplador, hacedor. Luchó, trabajó y rezó mucho, con perseverancia, obteniendo, no sólo unos impresionantes logros académicos, científicos y profesionales, sino que logró lo esencial, lo más importante, lo que le da sentido a todo: ¡alcanzó la Cima!, esa donde se es feliz, para siempre, para siempre. Alguien con los pies en el suelo y los ojos en el Cielo. Vivía trabajando y contemplando, buscando la verdad, desgastándose por los demás. ¡Una vida ordinaria extraordinaria!

La veneración[ii] que se le tiene y que ha trascendido las fronteras de su país, no pasa desapercibida ni se puede ocultar; y se propaga aún más con el anuncio de su beatificación. Admiración y aprecio que se manifestaron el mismo día de su muerte, el domingo 29 de junio de 1919, cuando de regreso de comprarle medicinas a una paciente, fue atropellado accidentalmente por uno de los pocos coches que había en Caracas.

El día siguiente, fue un día de duelo no decretado. “De manera espontánea los comercios, oficinas, teatros y establecimientos públicos se unieron en un cierre de 24 horas… El entierro fue todo un acontecimiento que mantuvo paralizada la ciudad.”[iii] Asistió una multitud: más de 30.000 personas, que se dice fácil.  De su casa fue trasladado al Paraninfo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) con permiso especial, pues la institución había sido cerrada[iv]. Luego fue llevado hasta la Catedral. De allí́, una inmensa cantidad agradecida de pacientes y sus familiares, de pueblo llano, arrebatando el féretro a sus portadores, lo cargaron hasta el cementerio exclamando con emoción y a viva voz: – ¡El Doctor Hernández es Nuestro! Reconocimiento espontáneo al que llamaban “médico de los pobres”, por su asiduo servicio y entrega desinteresada y preferente a los más necesitados. ¡Por sus frutos los conoceréis![v]

Recuerda que cuando abandones esta tierra, no podrás llevar contigo nada de lo que has recibido, solamente lo que has dado: un corazón enriquecido por el servicio honesto, el amor, el sacrificio y el valor”. (Frase atribuida a San Francisco de Asís)  ¡Se fue con las manos llenas!

La vida de José Gregorio transcurrió en una Venezuela desolada, en proceso de construcción, en medio de muchas contrariedades y, cabe mencionar, delicada para la Iglesia. Después de guerras y caudillismos[vi], no es difícil imaginar el triste estado de la economía, la escasa estructura institucional, la ausencia de infraestructura vial, sanitaria, educacional, etc. Un país rural, con un “75% de los habitantes viviendo en el campo y padeciendo de enfermedades como el paludismo, tuberculosis, anquilostomiasis, disentería y lepra”.[vii]  El “Oro Negro”, esa mezcla de fortuna y desgracia para esta tierra, hacia su tímida aparición en 1914, pero no sería todavía el protagonista de su vida económica.  En fin, una Venezuela pobre y retrasada, muy lejos de poder tener algún brillo propio en el concierto mundial, con carencias de todo tipo. En este país vive, trabaja, destaca y se hace santo José Gregorio. Sólo se puede cambiar lo que se ama, y José Gregorio demostró con creces su amor a Venezuela y a su gente.

Nació en el pequeño pueblo andino de Isnotú, el 26 de octubre de 1864, en el seno de una familia cristiana. Huérfano de madre a poco de cumplir los 8 años. Fue el mayor de 13 hermanos.[viii] A los 13 años se va a Caracas. Obtiene el Grado de Bachiller en Filosofía. Al principio quería estudiar Derecho, “pero su padre lo hizo cambiar de opinión de que la profesión de médico era más necesaria y con ello podría ayudar mucho a sus paisanos de Isnotú.”[ix]

Se gradúa de Bachiller en Ciencias Médicas distinguiéndose como el mejor alumno de toda la Universidad. El 29 de junio de 1888 recibe, con honores, el grado de Doctor en Ciencias Médicas. En el acto de graduación, en el momento de entregarle su título, el Rector le dijo: “Venezuela y la medicina esperan mucho de usted doctor Hernández”.  Y no lo defraudó…

De 1889 a 1891, enviado por el presidente Rojas Paúl, estudia con desempeño excepcional en Paris, Bacteriología con el Dr. Strauss, Histología Normal y Patológica en el laboratorio del Dr. Matthias Duval, y Fisiología Experimental en el laboratorio del Dr. Charles Richet. Fue el mejor médico-alumno en la Universidad de Paris y le fue otorgada una medalla por la Facultad de Medicina de esa Universidad, entregada por el Profesor Strauss.”[x] Posteriormente se traslada Berlín para estudiar Histología y Anatomía patológica, a su vez que inicia un nuevo curso de Bacteriología. En Francia y en Alemania le ofrecen trabajo, pero los rechaza, pues su compromiso era con Venezuela.

José Gregorio es un hombre de ciencia. Es considerado uno de los grandes hitos en la historia de la medicina en Venezuela. Primer técnico histólogo venezolano. Pionero de la Medicina Experimental y Científica en Venezuela; fundador en la UCV en 1891 de las cátedras de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental, Bacteriología y Parasitología. Algunos, además, lo consideran también pionero de la medicina psicosomática.

El Dr. Leopoldo Briceño-Iragorry lo describe así: “En 1827 Vargas crea nuestra Facultad de Medicina y, en 1891 funda Hernández los estudios experimentales de forma científica. Es con él cuando comienza la verdadera docencia científica y pedagógica…” Fue, además, un gran fisiólogo y un biólogo eminente, pues conocía a fondo la física, la química y las matemáticas, ciencias básicas y trípode fundamental sobre la que reposa toda la dinámica animal. Las aplicaciones prácticas de esas experiencias, las supo poner al servicio de la finalidad suprema de nuestro arte, que no es otro que curar enfermos y proteger la vida.”[xi]

Participa en el I Congreso Médico Panamericano de Washington en 1893, donde se decretó que la Cátedra de Bacteriología fundada en la U.C.V. por el Dr. José Gregorio Hernández el 5 de noviembre de 1891, fue la primera creada en América. ¡Pionero!

Publicó varios escritos en la Gaceta Médica y “en 1906 publica su obra escrita quizás más importante, “Elementos de Bacteriología“, calificado por los conocedores como prodigio de concisión y claridad y que representa el primer texto de esa especialidad presentado en el país.”[xii]

En 1918 se incorpora a la Junta de Socorro Nacional, encargada de coordinar la lucha contra la mal llamada Gripe Española y presidida por el Dr. Luis Razetti. Ambos, con valentía, declaran públicamente que lo que estaba matando a tanta gente no era la gripe propiamente dicha, sino el estado de absoluta pobreza y miseria en que vivían la mayoría de los venezolanos…

José Gregorio es un hombre de fe. Fe que en nada contradice a la razón, pues  “la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él…”[xiii]  Y esto es lo que buscaba José Gregorio: La Verdad. El bien solo puede venir de la verdad. Y “la verdad científica no es toda la verdad. Esa mitad superior del ser humano siempre estará por encima de los fríos datos objetivos del laboratorio[xiv]  ¡Coherencia!

Una vez el presidente, General Juan Vicente Gómez[xv], quien le respetaba mucho, le aconseja no meterse en política porque “ésta es muy complicada.” Él le responde tajantemente: – “Pues vea usted, mi General, a mi no me parece tan complicada. Mi política consiste en servir a Dios a través de la ciencia, porque una ciencia sin Dios, es una ciencia carente de sentido.”[xvi]

Comenta el Cardenal Urosa Savino: “Un aspecto muy importante de la personalidad del Dr. Hernández fue, sin duda, su viva fe católica y su inmensa práctica religiosa; un ejemplo de la coherencia, compatibilidad y armonía de la fe cristiana con la ciencia. Y no podría ser de otra manera, pues el tesoro de la fe y la ciencia llevan ambas al conocimiento de la verdad, reflejo del mismo Dios, la suma y esplendorosa Verdad.”[xvii]   Vivía como pensaba y no pensaba como vivía.

Buscando algo más, se incorpora a la Tercera Orden Franciscana (para seglares)[xviii]. Hace un par de intentos fallidos de “huir del mundo” y hacerse cartujo. La salud no le ayuda. Intenta luego ir al seminario. Dios tenía otros planes para él. Mons. Juan Bautista Castro, arzobispo de Caracas, le dice que ponga en una balanza su profesión de médico y el hacerse sacerdote. Y él vio clara su situación. ¡Búsqueda!

José Gregorio es un hombre culto y versátil. Viajó mucho para su época. Estuvo en Francia, Alemania, España (coincidió con Santiago Ramón y Cajal), Italia, Nueva York, México…  Además del idioma español, llegó a hablar francés, alemán, inglés, italiano, portugués y dominar el latín. Le gustaba leer mucho y fue desarrollando dotes de escritor. Publicó 2 libros (Elementos de Bacteriología, y Elementos de Filosofía), 13 artículos científicos, 5 artículos de otros temas. ¡Aprovechar el tiempo! ¡Multiplicar los talentos!

Fue músico; llegó a tocar estupendamente el violín y el piano. Le agradaba bailar y dicen que lo hacía muy bien. Aprendió el oficio de sastre y se hacía sus propios trajes. Le gustaba vestir bien, pues sobriedad y elegancia no son incompatibles.  Sumamente puntual y exigente, leal, laborioso, sobrio, ordenado, amable, generoso, alegre, integro, con una sólida unidad de vida. ¡Naguará! [1]

José Gregorio es un hombre bueno. Se le conoce como el médico de los pobres, igual que a su contemporáneo napolitano san Giuseppe Moscati[xix], con quien tiene algunas similitudes interesantes. “Es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra.”[xx]

En su consulta tenía un bolso llamado el cepillo de los pobres, donde los pacientes podían tomar dinero discretamente, para comprar medicinas o alimentos.  Le comenta José Gregorio a su tía María Luisa: “la mayoría de estas personas no tienen recursos; no les voy a negar la consulta y no les voy a hacer pasar por la pena de decirme que no tienen dinero. Dios ayudará” [xxi]

“Un día le hablaron de un niñito muy enfermo, fue a la casita humilde donde vivía.  Después revisarlo bien salió de la casa y regresó un rato más tarde cargado de alimentos, chucherías y un juguete. Conversó con el niño, jugó con él, ambos se rieron y cuando vio que su pacientico había prácticamente “resucitado” con su medicina tan “original”, calmó a la mamá diciéndole: “Su hijo lo que tiene es “tristeza de la miseria”. Con esas “medicinas” que le dejé ya se puso bueno.”[xxii]  ¡Médico integral!

Mientras estudiaba en París unos coterráneos le tienden una trampa-tentación. Lo invitaron a una cena para luego dejarlo a solas con una muchacha “de vida alegre”, que habían contratado para corromperlo. Pasado un rato regresaron para celebrar su “hazaña”. “La joven estaba sentada sola en medio del salón, compungida y disgustada. Con indignación y vergüenza les dijo entre lágrimas: – Por burla me han dejado con un verdadero santo… Estoy arrepentida de mi vida de pecado… ¡Las cosas que me ha dicho ese hombre![xxiii]  ¿Qué le habrá dicho?  De la abundancia del corazón habla la boca…[xxiv] ¡Médico del alma!

Vivió, no en el plano chato y limitado de dos dimensiones, sino en el espacio, con esa tercera dimensión que proporciona la altura, y, con ella, el relieve, el peso y el volumen.[xxv] Cada día hacia oración, y asistía a Misa, de allí, de Dios, – ¿de quién más? –, sacaba las fuerzas para vivir y llevar las contrariedades, para multiplicar los talentos recibidos, para trabajar, para servir. Resaltaba su recia y constante devoción a la Virgen. Hacía como recomendaba san Agustín: “Ora como si todo dependiera de Dios, trabaja como si todo dependiera de ti.”

Han sido unas pinceladas compartidas para resaltar la vida y relieve de este personaje auténtico. El Cardenal Baltazar Porras expresa con alegría: “José Gregorio Hernández es la imagen más prestigiosa de la espiritualidad venezolana… Modelo de buen cristiano y excelente ciudadano… Venezuela está de fiesta y rebosa de agradecimiento por su beatificación.” Y no sólo Venezuela, también la Ciencia y la Medicina, la Universidad, y toda la Iglesia. El Dr. Hernández es Nuestro. ¡Gracias, Señor, por José Gregorio!


[1] Naguará o Na´guará, expresión muy usada en Venezuela. se utiliza para se refiere para expresar un sentimiento de admiración de algo asombroso, impresionante, increíble, extraordinario o cierto. La palabra de origen larense. proviene del nombre de un pájaro que sólo se veía en Barquisimeto; esta ave se dice que tenía el aspecto similar al de un loro extinguido.


[i] Ensayo de Filosofía, José Gregorio Hernández Cisneros, 1912  En su prologo escribe el autor: “Dotado como los demás de mi nación, de ese mismo amor, publico hoy mi filosofía, la mía, la que yo he vivido; pensando que por ser yo tan venezolano en todo, puede ser que ella sea de utilidad para mis compatriotas, como me ha sido a mí, constituyendo la guía de mi inteligencia.” 

[ii] RAE Venerar: Respetar en sumo grado a alguien por su santidad, dignidad o grandes virtudes, o a algo por lo que representa o recuerda.

[iii] Alfredo Gómez Bolívar y Milagros Soteldo de Gómez, El Doctor Hernández es Nuestro: Tras los pasos de José Gregorio. –  2ª Edición

[iv] El General Juan Vicente Gómez (1908-1935) ordenó el cierre de la UCV el 1 de octubre de 1912. La universidad fue reabierta el 4 de julio de 1922.

[v] Mateo 7, 20

[vi] Las Guerras de Independencia, la Guerra Federal (1858-1863), la participación en la Guerra de los Mil Días (1899-1902), el largo período del Caudillismo (1835-1903). Además, el país sufriría un bloqueo internacional por parte de Gran Bretaña y Alemania (1902-1903) por falta de pago de deudas contraídas. Venezuela se mantuvo neutra en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y enfrentó la mal llamada Gripe Española (1918-1919)

[vii] José́ Lisandro Contreras Velásquez. Demografía histórica en Venezuela: el caso de la mortalidad en Valle de la Pascua durante el gomecismo en Venezuela, 1908-1935 Procesos Históricos. Revista de Historia y Ciencias Sociales, 19, enero-junio, 2011, 2-20 Universidad de Los Andes, Mérida, (Venezuela) ISSN 1690-4818

[viii] Al morir su hermana mayor a los siete meses de edad, JG se convirtió en el mayor de 13 hermanos: 7 de sus padres y 6 de las segundas nupcias de su padre.

[ix] Alfredo Gómez Bolívar y Milagros Soteldo de Gómez, El Doctor Hernández es Nuestro: Tras los pasos de José Gregorio. –  2ª Edición

[x] Miguel Yáber Pérez, Dr. José́ Gregorio Hernández: Pionero de la Medicina Experimental en Venezuela. Conferencia Dictada en el Instituto de medicina Experimental, Universidad de Venezuela, el día 30 de junio de 2008

[xi] Dr. Leopoldo Briceño-Iragorry, Individuo de Número, CONTRIBUCIONES HISTÓRICAS de José Gregorio Hernández, su faceta médica. (1864-1919).  Gac Méd Caracas v.113 n.4 Caracas dic. 2005.

[xii] Ibídem

[xiii] Juan Pablo II Carta Encíclica FIDES ET RATIO, septiembre 1998

[xiv] José Ramón Ayllón, ¿Qué es la Verdad? Cap. 5

[xv] Juan Vicente Gómez gobernó Venezuela de 1908 a 1935

[xvi] Anécdota tomada de Ernesto Hernández Briceño, “Nuestro tío José Gregorio”-

[xvii] Jorge Cardenal Urosa Savino, disertación “Armonía entre Ciencia y Arte” en el Paraninfo de las Academias de Caracas, 26 de junio de 2014.

[xviii] Tercera Orden de San Francisco o Venerable Orden Tercera (V.O.T.) es el antiguo nombre de lo que hoy es la Orden Franciscana Seglar. Está conformada por laicos consagrados con una Regla, por lo que poseen una forma de vida particular. Fundada por san Francisco de Asís

[xix] San Giuseppe Moscati  (BeneventoItalia 25 de julio de 1880 – NápolesItalia 12 de abril de 1927) fue un médico, investigador científico y profesor universitario italiano, reconocido por su trabajo pionero en la bioquímica fisiológica y por su piedad. Canonizado por el papa san Juan Pablo II en 1987, es uno de los santos más populares del siglo XX. (Tomado directamente de Wikipedia)

[xx] Frase parte de la “Oración por la paz” o “Hazme un instrumento de tu paz”, atribuida a San Francisco de Asís, pero realmente la escribió el sacerdote Esther Auguste Bouquerel, y apareció por primera vez en 1912.

[xxi] Alfredo Gómez Bolívar y Milagros Soteldo de Gómez, El Doctor Hernández es Nuestro: Tras los pasos de José Gregorio. – 2ª Edición

[xxii] Ludiana Altuve, Venerable DR. José Gregorio Hernández, Con Dios siempre ganamos. Web y Alfredo Gómez Bolívar y Milagros Soteldo de Gómez, El Doctor Hernández es Nuestro: Tras los pasos de José Gregorio. – 2ª Edición

[xxiii] Alfredo Gómez Bolívar y Milagros Soteldo de Gómez, El Doctor Hernández es Nuestro: Tras los pasos de José Gregorio. – 2ª Edición

[xxiv] Mateo 12, 34

[xxv] Cf. San Josemaría, Camino 279