Universidad de Buenos Aires Facultad de Medicina Simposio: “Toma de decisiones al final de la vida”

20 de octubre de 2022 Actividad: “Abordaje holístico y humanizado de la muerte y el morir”

Presentación: Sufrimiento humano y eutanasia Dra. Elena Passo

(Elena Rita Passo es Presidente del Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires)

TEMARIO

– Sufrimiento humano – La persona humana sufriente

– El bien morir

– La pendiente resbaladiza

– Reflexiones conclusivas

Sufrimiento humano La palabra sufrimiento deviene del latín del verbo sufferre formado por sub que significa bajo y ferre que significa llevar o soportar y puede ser interpretado como “soportar por debajo” o “sobrellevar algo a ocultas”. El concepto de sufrimiento es muy amplio y subjetivo, es un estado emocional profundo y transversal para el ser humano, es aún mayor que el concepto de dolor físico, pero de alguna forma, tenemos que comprender la forma, en que como especie, percibimos nuestro sufrimiento y el sufrimiento del otro. El desarrollo cerebral y psíquico del ser humano es el resultado de la interacción entre la base genética y el medio psicosocial y cultural en que se desarrolla. Debido a las investigaciones en el campo de la epigenómica, la plasticidad neuronal, las neuronas en espejo y la neurogénesis cerebral, se sabe que el sustrato biológico de la percepción del dolor – propio o del otro- está dado a nivel cerebral, por una red neuronal de desarrollo complejo. En 1996 el investigador Giacomo Rizzolatti y su equipo de la Universidad de Parma, descubren al realizar estudios en monos macacos, un grupo de neuronas que podían reflejar en el cerebro del observador, las acciones llevadas a cabo por el observado. Las llamaron neuronas en espejo y se ha establecido que están relacionadas con el sistema límbico implicado en las emociones. En el ser humano por estudios realizados por RMN funcional las áreas se localizaron en la Corteza Frontal Inferior cerca del área de Broca (región del lenguaje). La empatía – concepto psicólogico – es entendida como la capacidad de ponerse en el lugar del otro, sin confundirse con él. La empatía nos hace “resonar” en forma emocional y cognitiva con el otro. Radica en la identificación con lo que ocurre en la otra persona, en la percepción y representación de ciertos estados emocionales del otro que, en forma especular, inducen estados equivalentes en nosotros. Para ello, se usa el contenido de nuestra propia mente, a través del mecanismo de la identificación. El sistema de neuronas en espejo, está implicado en el entendimiento de estados emocionales, transmitidos a través de expresiones faciales. La observación de una cara expresando emociones, activa en el observador áreas somatosensoriales, que permiten la detección de las emociones y su imitación. La capacidad de predecir intencionalidad, como la de reconocer e interiorizar el estado emocional de los demás, son habilidades consolidadas para la socialización. Usando IRM funcional se detectó la activación de las mismas áreas cerebrales, tanto si experimentamos nuestro propio dolor, como ante el dolor de un semejante. Las propiedades del sistema, pueden ser entrenadas a través de la experiencia sensorial y motora. Se conoce actualmente que existen situaciones de déficit de empatía (sobre todo emocional no cognitiva) en las personas que padecen trastornos del espectro autista y en personas con trastornos psiquiátricos de base narcisista, tales como las psicopatías también conocidas como disociales o antisociales. Las personas que se encuentran diagnosticadas con autismo, no pueden organizar su propio sistema motor y por lo tanto, no se desarrolla el sistema de neuronas en espejo. Al no poder relacionar sus propios movimientos, con los movimientos de los demás, los perciben como una amenaza. En síntesis: La especie Homo Sapiens posee un sustrato biológico que permite a través de procesos complejos de identificación la comprensión del dolor del otro. Este rasgo evolutivo ha sido beneficioso para un ser social y ha facilitado la supervivencia de la especie. Frente al dolor humano nuestra naturaleza nos proveyó de un soporte biológico que promueve la empatía. El otro no es percibido como una amenaza sino por el contrario, existe una identificación con su situación de dolor, al punto tal que lo percibimos como propio. Esta percepción del dolor del otro hecha desde la empatía es un rasgo evolutivo fundamental del ser humano como ser social y creador de cultura. Ahora bien, esta capacidad propia de un ser social: ¿Nos moviliza a ir en ayuda de la persona sufriente? Y si fuera así, ¿Cómo lo hacemos? Y ¿Hasta dónde llegamos?

La persona humana sufriente: La medicina es interpelada al realizar el abordaje terapéutico de personas en la etapa final de la vida. La perspectiva de un abordaje, estrictamente técnico científico, no alcanza en una situación de tanta vulnerabilidad. Nos surge entonces la pregunta: ¿Qué vemos los médicos cuando miramos al hombre enfermo? ¿Consideramos que es un ser humano que tiene derecho al bien morir? ¿Consideramos que es una persona en su realidad integral? O por el contrario, ¿Tenemos del paciente una visión dualista? En función de la mirada antropológica que adoptemos, será la medicina que brindaremos, pero solo una medicina enraizada en la verdad objetiva y anclada en el valor trascendente de la dignidad humana, podrá dar una respuesta integral al sufrimiento humano. Algunos argumentan que la dignidad humana es una construcción cultural y esto es un concepto equivocado, ya que la dignidad humana es inherente a la esencia de la persona humana. Esencia es aquello que la define universalmente y que está presente en todas las personas, en forma independiente de sus notas circunstanciales. La persona está constituida por un cuerpo y un alma de naturaleza espiritual, pero lo que justamente constituye la esencia de esa realidad, es la unidad sustancial en que esos principios se encuentran presentes. El concepto de persona ha sido definido desde la filosofía, como “unidad sustancial de naturaleza racional”, Boecio (480-524 d.C.). De esta definición se pueden extraer las características principales de la persona humana: la sustancialidad, la individualidad y la racionalidad. La sustancialidad se refiere a la forma indisoluble y exclusiva en que los dos principios se encuentran unidos, de forma tal, que presentan una dimensión distinta y mayor que la suma, adquieren en esa forma el ser persona. La individualidad se refiere al ser completo en sí, a la existencia del ser en esa unitotalidad de cuerpo y alma. Y por último, la racionalidad como la capacidad de interrogarse sobre sí y el ser de las cosas, aunque alguna vez, esta facultad no pueda ser expresada. Se puede concluir que en esa sustancialidad –unión única, irrepetible e indivisible- radica la dignidad humana. Por su dignidad es persona y esto es un bien inherente, indivisible e intransferible. Una Bioetica centrada en la persona acepta la finitud de la vida biológica, supera el horizonte del individualismo y reconoce el valor trascendente de la persona humana. En síntesis: El marco referencial de la asistencia médica es la dignidad humana y esto implica el respeto a sus expresiones: la vida y la integridad. Ahora bien, una vez que se ha establecido el marco de referencia del accionar médico, nos preguntamos: Desde la medicina, ¿Cuál es el bien para la persona humana en la fase final de la vida?

El bien morir La cultura actual tiende a apropiarse del hombre, se adueña hasta de su propia muerte. La minimiza casi hasta ocultarla. La torna aséptica e institucionalizada. El hombre debiera morir en libertad, con la convicción profunda de la autodeterminación en el sentido de su bien en todos los momentos de su vida. Esto significa vivir bien, incluso la propia muerte. Ser vivida en libertad, para poder desprenderse y desapegarse de lo que hasta entonces era y transitar esta etapa fortalecido por la esperanza. Nuestro trabajo médico consiste en brindar una asistencia médica adecuada a la realidad integral del paciente. La implementación de los procedimientos médicos se debería realizar luego de un cuidadoso análisis de la situación concreta del paciente y teniendo en cuenta tanto el análisis del proceder técnico-científico como el de la valoración ética. Las etapas de la valoración ética son en primer lugar, el análisis de la proporcionalidad técnico-médica, luego el análisis de la ordinariez desde la subjetividad del paciente y por último, se realizará la síntesis clasificatoria, que permitirá llegar al juicio ético que guiará el accionar terapéutico. Los medios a administrar son aquellos considerados proporcionados desde la perspectiva médica y ordinarios desde la consideración del paciente. Su expresión en la etapa final de la vida son los Cuidados Paliativos. La sedación paliativa en el caso de ser necesaria puede ser considerada como un medio proporcionado. Los medios desproporcionados están contraindicados y desde la valoración ética son ilícitos en su aplicación, independientemente de la valoración de ordinariedad o no, realizada por el paciente. Los principios bioéticos: beneficencia – no maleficencia, autonomía y justicia debieran ser implementados de acuerdo a este orden jerárquico. En cuanto al Principio de Justicia, se observa que en los países en vía de desarrollo, aún se tiene que trabajar en la implementación del acceso igualitario, a una asistencia médica de calidad, en el área de los cuidados paliativos. Como sociedad todavía estamos en deuda con aquellas personas que transitan esta problemática. Es por eso, que llama la atención el interés en instaurar el tema de la eutanasia, ya que esta constituye desde el punto de vista de la valoración ética, un método desproporcionado y por lo tanto moralmente ilícito. El procedimiento de la eutanasia tiene por fin eliminar el sufrimiento humano, pero el medio utilizado es causar en forma intencional la muerte de la persona enferma. En realidad, el fin no justifica los medios, pero aún más, cuando existe la posibilidad de brindar cuidados médicos adecuados y humanizados, a las personas que cursan la etapa final de la vida. Es por ello que nos preguntamos: ¿qué sentido tiene impulsar la eutanasia?. Si en última instancia, lo que se argumenta es calmar el dolor y el sufrir, ¿podemos vencer al sufrimiento con la muerte del paciente?

La Pendiente Resbaladiza Se observa desde la legalización de la eutanasia una pendiente resbaladiza que permite incrementar las situaciones en las que la misma puede ser llevada a cabo. Esta Tendencia se manifiesta en: a) Progresión en la aplicación de la causal enfermedad en su sentido más amplio. b) Incorporación progresiva de todas las edades. c) Incorporación de personas que en el momento del procedimiento padecen una enfermedad psiquiátrica. d) Ampliación de la causal a personas sin enfermedad: adultos mayores de 75 años. En evaluación en Países Bajos. e) Intervención directa por parte del estado en la decisión de la aplicación del procedimiento. España. f) Andamiaje facilitador del procedimiento.

Reflexiones Conclusivas Según la OMS cada cuarenta segundos se suicida una persona en el mundo y una de cada 100 muertes se produce por suicidio. El 10 de septiembre se celebra el día mundial de Prevención del suicidio y la OMS hace un llamado a todos los países miembros, a implementar políticas de prevención, como son mitigar los factores de riesgo, para reducir los medios de suicidio y potenciar los factores de protección para fomentar la resiliencia. En el tercer informe regional para la Región de las Américas, publicado en marzo de 2021, se destaca que el suicidio sigue siendo un problema de prioridad para la salud pública y que son prevenibles con intervenciones oportunas, basadas en la evidencia y a menudo de bajo costo. En el momento actual 38 países han elaborado estrategias nacionales de prevención. 1 Podemos pensar entonces, que la OMS considera que es necesario asistir a aquellas personas sufrientes, que por diversas causas deciden terminar con sus vidas e insta a los países a no dejarlas solas y a hacerse cargo de lo que, en última instancia, es un problema humano. La OMS, las autoridades sanitarias, el personal de salud, las familias, consideran que esas personas están atravesadas por el sufrimiento y por la marginalidad y con un criterio racional buscan el resguardo de esas vidas humanas. Es por ello que nos preguntamos: ¿Qué diferencia conceptual existe entre una persona que decide quitarse la vida dentro del sistema sanitario de aquella que decide hacerlo fuera del mismo? Sólo cambia la presencia o no de la supervisión del sistema de salud y del estado, pero el drama humano, en el fondo, es el mismo. Y si se quiere buscar un abordaje a esta problemática, tendría que ser a través de considerar la forma en que los seres humanos nos relacionamos y consideramos al otro. Si se deja de reconocer que todos somos iguales en dignidad y que por esa dignidad somos personas, se entra en una pendiente resbaladiza donde la vida humana es desvalorizada. Si no existe la dignidad humana, el mundo se transforma en un terreno donde todo vale y esa cultura de desvalorización prepara el camino para la instalación de la eutanasia. La eutanasia es la muerte programada de un ser humano, en situación de fragilidad, llevada a término por terceros, con el aval del estado. Se practica en las personas más vulnerables del sistema: pacientes con patologías en fase final, personas con discapacidades progresivas, enfermos psiquiátricos, personas ancianas, etc. Esta forma de pensar se infiltra en la sociedad y llegará un tiempo, en el que será algo perfectamente normal,disponer de una vida humana. Según el Informe Mundial sobre el Envejecimiento de la Población y la Salud de la OMS del año 2015, el envejecimiento de la población se está acelerando en todo el mundo y por primera vez en la historia de la humanidad, la mayoría de las personas podrá aspirar a vivir más allá de los 60 años. Esto tiene consecuencias para el sistema de salud, su personal y su presupuesto. 2 Para el año 2050 se estima que varios países tendrán más del 30 % de su población de adultos mayores. Para ese entonces, con una historia de 50 años desde la primera legalización en los Países Bajos, el procedimiento de la eutanasia estará internalizado y será vivenciado por la población como algo natural. En ese mundo futuro, superpoblado y de escasos recursos: ¿Hasta dónde llegará la humanidad en su implementación? Por eso nos tenemos que enfocar en esta tragedia humana y ver que atrás de la eutanasia, hay mucho más que un supuesto de compasión. La verdadera compasión abraza en el sufrimiento al otro y lo cuida hasta el final. Reconoce la dignidad humana intacta en las personas más frágiles y atravesadas por la marginalidad extrema.

La verdadera compasión no destruye la vida humana, porque la vida humana es un bien indivisible. “La verdadera compasión la asume”.3

BIBLIOGRAFÍA

1. OMS Comunicado de prensa. Una de cada 100 muertes es por suicidio. 17 de junio de 2021. 2. OMS Informe mundial sobre el Envejecimiento y la Salud. 2015. 3. Francisco. Discurso del Santo Padre Francisco a una representación de médicos españoles y latinoamericanos. Sala Clementina. 9 de junio de 2016. www.vatican.va

“En nuestra cultura tecnológica e individualista, la compasión no siempre es bien vista; en ocasiones, hasta se la desprecia porque significa someter a la persona que la recibe a una humillación. E incluso no faltan quienes se escudan en una supuesta compasión para justificar y aprobar la muerte de un enfermo. Y no es así. La verdadera compasión no margina a nadie, ni la humilla, ni la excluye, ni mucho menos considera como algo bueno su desaparición. La verdadera compasión, la asume. Ustedes saben bien que eso significaría el triunfo del egoísmo, de esa cultura del descarte que rechaza y desprecia a las personas que no cumplen con determinados cánones de salud, de belleza o utilidad. A mí me gusta bendecir las manos de los médicos como signo de reconocimiento a esa compasión que se hace caricia de salud.”