DE LA HUMANAE VITAE A LA LAUDATO SI´

Dr. José María Simón Castellví
Anterior Presidente de la FIAMC (Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas)

Dentro de un año tendra lugar en Zagreb (Croacia) el 25 Congreso mundial de la FIAMC con el lema “ Santidad de vida y profesión médica: de la Humanae vitae a la Laudato si”. Coincidirá con el 50 aniversario de la famosa carta encíclica de Pablo VI.

Sé perfectamente que la Doctrina de la HV ha sido ampliamente discutida, ignorada o renegada; y que muchos esposos no la han puesto en práctica. También he conocido a bastantes que la han seguido y han sido felices. De hecho, muchos millones de familias son felices aceptando a los hijos y respetando el natural funcionamiento de sus fisiologías. Asimismo, médicos y otros profesionales enseñan satisfactoriamente los eficaces medios de regulación natural de la fertilidad.

¿Qué nos dice la HV? Pues que la vida humana es un don caído del Cielo. El hijo es un don porque los padres lo recibimos casi gratuitamente. Solo es necesario que fluya el amor entre los esposos. Los padres somos coparticipes de la paternidad de Dios. El hijo es sublime, aunque pueda dar algunas fatigas. El hijo es un don para siempre, ya que todo ser humano es trascendente.

También nos pide aceptar que el Creador ha impreso en la mujer unos ciclos continuos de fertilidad-no fertilidad. El reconocimiento de estos ciclos (awareness) está hoy bien contrastado y se puede enseñar a la mujer incluso a la no alfabetizada en cualquier parte del mundo. Y son precisamente estos ciclos los que pueden legítimamente utilizarse para tener o postponer la venida de un nuevo hijo después de una reflexion seria y responsable.

El ser humano vive el plan B de la Creación. La muerte y las fatigas no fueron queridas por Dios. Pero nos hizo responsables de nuestros actos y desde la decisión voluntaria de nuestros primeros padres somos frágiles, mortales, pecadores. Limitados- criaturas- ya lo éramos antes…

Dios delega en el envejecimiento y en la enfermedad para llevarnos ante El. De la misma manera, para producir o retrasar una nueva vida humana corporal cuenta con los ciclos naturales de la mujer. En el principio y en el fin de la vida humana la naturaleza cuenta. Y así como no podemos matar sino ayudar a morir (cuidados paliativos), tampoco debemos utilizar fármacos para evitar una nueva vida sino solo aquellos que contribuyan a la fertilidad (restaurar la naturaleza).

El médico no debe sustituir a los esposos, solo ayudarlos. El médico no existe para sustituir a la naturaleza provocando la muerte, sino que está para paliar los sufrimientos previos a la misma. Quien no controla la esencia de la vida solo puede ayudar. Tenemos que admitir lo evidente: que hay una naturaleza sana y una enferma. Es ante la enferma que actua el médico. También habría que ir aceptando que el ser humano no tiene remedio sin Dios.

La mayoria de los fármacos contraceptivos modernos son, en la mayoría de los ciclos en que actuan, verdaderos microabortivos. Por ello la píldora violenta el derecho a la vida. Tienen también unos efectos secundarios innecesarios dada la existencia de los medios naturales. Se violenta el derecho a la salud. La carga anticonceptiva recae sobre la mujer, a diferencia de los medios naturales en los que los esposos cooperan como iguales. Además, la píldora impide conocer la propia naturaleza, los ciclos naturales fértil-infértil. El documento de la FIAMC de 2008 sobre la HV acreditaba además que las hormonas de los contraceptivos terminan en el medio natural polucionándolo. Ya llevamos décadas de una contaminación innecesaria en Europa y los EE.UU. Los actos tienen consecuencias y maltratar la naturaleza también las tiene.

Todos deberíamos, en la medida de nuestras posibilidades y capacidades, contribuir a sanar y realzar la naturaleza, no a estropearla ni a intentar deconstruir su esencia. En la naturaleza misma de los humanos, aunque limitada, frágil y con tendencia al mal, hay potencialidades descomunales. La ciencia y la técnica superan muchas de nuestras limitaciones y fragilidades, desde viajar al espacio hasta estudiar el microcosmos. Sin embargo nos asomamos al abismo si actuamos como si Dios no existiera o la naturaleza fuera una broma. La humildad tambien reside en aceptar esto.