Mensaje para el Adviento de 2015

Queridos amigos:

No importa dónde estéis en el mundo, sabéis bien que la Navidad está a solo unos días. Navidad se ha convertido en una “celebración”, con una obsesión en la fiesta y los regalos. Seducidos por fiestas y villancicos, muchos de nosotros se despiertan en el Boxing Day con una cierta sensación de vacío y desilusión porque la Navidad ha terminado, al menos por un año más.

En el calendario litúrgico hay dos temporadas donde la Iglesia nos invita a pasar un tiempo de reflexión sobre nuestra relación de pacto con Dios. Solemos escuchar la llamada a una renovación de nuestra fe a través del arrepentimiento durante la Cuaresma, mientras que la misma llamada a una más profunda relación a menudo se pierde en las fiestas de Navidad. Adviento, como la Cuaresma, es un tiempo para reflexionar sobre el gran regalo que Dios nuestro Padre nos ha dado y el gran sacrificio que Jesús ha hecho para convertirse en hombre y vivir entre nosotros.

Haremos bien en abstenernos de algunas cosas y pasar tiempo en la reflexión y la oración durante la Cuaresma. Similarmente debemos tratar de hacerlo durante el Adviento, al celebrar el comienzo de la gran realidad de nuestra salvación. El Adviento es un tiempo especial para que oremos y contemplemos con María mientras nos preparamos para que Jesús nazca en nuestros corazones. Para celebrar bien tenemos que prepararnos bien. Para compartir a Jesús con los demás, debemos primero tener a Jesús resplandeciente dentro de nosotros. Demos el don de Jesús a los demás, un regalo mucho más valioso que cualquiera que se pueda comprar en las tiendas esta temporada. Si quitamos a Cristo de la Navidad, entonces se convierte en “X-mas” otra fiesta pagana y estamos expuestos a sentir el vacío en nuestras vidas.

Hace nueve años, mi esposa Priscilla y yo con algunos de nuestros hijos y amigos de la iglesia, decidimos ir a Camboya para llevar la alegría del Adviento a algunos niños pobres siguiendo el ejemplo de María, que fue la primera en llevar a Jesús, la Buena Nueva al mundo. La aceptación incondicional y amor por los “pobres” cambiaron nuestras vacaciones familiares anuales y ahora las pasamos siempre en Camboya. La sensación de felicidad cuando nos acercamos a compartir a Cristo con los demás, o lo que yo llamo la “Alegría de servir”, no pueden ser fácilmente descritas. Solo pueden ser experimentadas. La alegría que yo estaba buscando en vano en las cosas materiales en mi juventud la he descubierto en Jesús y ahora cada día es Navidad.

Este Adviento, mientras celebramos la Navidad con nuestros seres queridos, dediquemos un pensamiento a los millones de personas víctimas de la persecución religiosa, en especial los cristianos de Siria e Irak. Hoy, en Medio Oriente islámico, con el establecimiento del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), los cristianos sufren una persecución que apenas podemos imaginar. Los que tuvieron la suerte de huir de sus hogares antes de ser atrapados están alojados en condiciones deplorables en campamentos de refugiados, con pocas esperanzas de futuro. ¿Cuál ha sido tu respuesta a los actos de violencia contra los cristianos? Reflexionemos sobre cómo nosotros, como individuos, organizaciones y una familia internacional de Médicos Católicos podemos responder a esta tragedia. Espero que este Adviento, el Espíritu Santo nos inspire a todos nosotros a tratar de hacer nuestra parte para erradicar este flagelo que aqueja la sociedad de hoy en día. Ningún acto es demasiado pequeño o sin sentido. Podéis comenzar a cambiar el mundo mediante la restauración de la dignidad violada de una sola persona. En Mateo 25:40, Cristo nos exhorta a todos y cada uno de nosotros para llevar la Buena Nueva a los que están sufriendo, “Lo que hagas al más pequeño de mis hermanos, me lo haces a mí”.

Quisiera concluir este mensaje con una oración. Padre Nuestro amoroso, abre nuestros oídos para oír y ojos para ver tu presencia tranquila en nuestras vidas. Conforma nuestras vidas con tu amor transformador de modo que seamos portadores de tu Buena Noticia en nuestro mundo. Mientras esperamos tu venida gloriosa durante este período de Adviento, mantennos vigilantes y fieles sabiendo que tú estás siempre con nosotros.

En el nombre de Jesús, nuestro Señor y Salvador, Amén.

Que la paz y la alegría de Jesús recién nacido esté con vosotros y vuestros seres queridos en esta Navidad y siempre.

Vuestro en Cristo, Juan