Por el Dr. José María Simón Castellví

Presidente emérito de la FIAMC

Me ha gustado ver, en la declaración “Dignitas infinita” del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, una referencia a los estados intersexuales y a la posibilidad de una intervención médica en los mismos. Los lobbies que dominan los grandes relatos en nuestros medios de comunicación siempre hablan de personas gays, lesbianas, bisexuales, etc. Omiten intencionadamente los intersexos.

Los estados intersexuales se estudian en Pediatría, entre otras especialidades. Algunas personas carecen del cromosoma masculino o tienen un cromosoma femenino de más o poseen ovarios y testículos a la vez. Y existen otras muchas posibilidades. La Medicina y la Cirugía les pueden ofrecer soluciones paliativas. No se trata en estos casos de un”cambio de sexo” sino de una asignación lo más óptima posible dadas las características físicas y psíquicas de estas personas.

La cirugía y la hormonación de las personas que se llaman “transgénero”, es decir, que se consideran de un género opuesto al de su sana biología, es muy a menudo cruel, traumática e insatisfactoria incluso para activistas. No se puede amputar o reasignar el sexo a una persona. Se puede y debe ayudar psicológica y socialmente, no más. La mayoría absolutísima de los niños que desean ser de otro sexo cambian espontáneamente de opinión años después.

La pena de muerte, que nos repugna a los europeos y a otros, no es hoy aceptable a pesar de que en el pasado lo fue. No se trata de un cambio de doctrina sino de la elevación de la Doctrina. Se deja al reo (cuando muera de muerte natural) de graves crímenes en manos de Dios a la vez que se protegen las personas a las que pueda dañar gravemente manteniéndolo alejado de la sociedad.

Me han gustado también las referencias a la no moralidad del comercio de órganos, del aborto procurado, de la eutanasia, del tráfico de personas, de la maternidad subrogada. Es muy edificante para las personas que defendemos la vida desde la concepción hasta el fin natural.

https://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2024/04/08/0284/00588.html