XXVI Congreso FIAMC – Argumentación

Roma, Augustinianum del 15 al 17 de septiembre de 2022

Presidente: Profesor Dr. Bernard Ars

¿MEDICINA REPARADORA O TRANSFORMADORA? 

La misión del médico cristiano. 

Este congreso está diseñado, a diferencia de lo habitual, como un curso de postgrado de formación humanista cristiana para sus miembros. Esta no es una muestra panorámica de las actividades de la federación.

“Reparar” significa,
por un lado, restaurar en buen estado lo dañado, deteriorado y,
por otro lado, compensar las consecuencias de un error. 

Para el cristiano que ejerce la medicina,
por un lado, “Reparar” expresa
respeto por la vida, así como por la dignidad e integridad de la persona humana;
dicho de otra manera, para el médico es reparar todo el cuerpo – físico, psíquico, relacional y espiritual -, respetando la naturaleza humana, y no transformándola, en completa autonomía, por placer;
es el “Reparar el Humano” frente al “Transformar lo Humano” de los transhumanistas y, por otro lado, es también, para el cristiano, reparar con Jesús, por la transgresión de la ley Natural, de la ley Divina, por los humanos; en otras palabras, es ser un co-redentor. 

La ley natural se deja hoy redescubrir.

Las producciones de la naturaleza como tales no sirven todas, lo Humano. 
A veces requieren la acción transformadora del hombre, ya sea como requisito para la supervivencia o como demanda de una vida mejor. 
La inteligibilidad del cuerpo ha sido aclarada por una concepción del Absoluto, que implica una concepción de la Salvación.
A partir de la idea de la medicina reparadora, la reflexión se abre sobre el significado de la reparación: ¿por qué, con qué objetivo, qué se debe reparar? teniendo como hilo conductor la obra redentora de Cristo. 

El tema “Reparar” se desarrollará según el diseño inspirado por nuestros Papas Benedicto XVI y Francisco. 

En su discurso ante el Bundestag en 2011, el Papa Benedicto XVI declaró que la concepción de la razón y de la naturaleza, que armonizó la filosofía y la fe, se ha puesto en entredicho, al menos desde hace medio siglo por el poder todopoderoso de ‘un “positivismo jurídico” que oscurece el horizonte, y priva al legislador de cualquier referencia a Dios. 

Una “visión científica” del mundo, que excluye todo lo que no es “verificable, ni falsificable”, tiende a la exclusividad y hace que el legislador sea incapaz de tender puentes entre el “ethos”, la religión – enviados al subjetivo –  y la ley. 

Al mismo tiempo, una visión “utilitarista” del Hombre y de la sociedad ha enfatizado unilateralmente lo que es “rentable”, “útil”; el humano se mide de acuerdo con estándares cuantitativos de rendimiento, de beneficio.
La “razón positivista” no percibe más que lo que es “funcional”.
La “razón utilitarista” sólo percibe lo que es inmediatamente útil y rentable.
“Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él de manera coherente”. 
Hay una “ecología del hombre”. Este tiene una naturaleza que debe respetar y no puede manipularla a voluntad. 
El hombre no es simplemente “una libertad creada por sí mismo”. 
La defensa de la inviolable dignidad del Hombre que es “nuestra tarea histórica de hoy” consiste para Benedicto XVI, en una primacía del derecho en la toma de decisiones políticas, la urgencia de distinguir el bien del mal, de servir a la verdadera ley y la justicia, la restauración, frente al dominio del “positivismo” y del utilitarismo, de la naturaleza y de la razón, así como la defensa de un orden natural y ecológico. 

En “Laudato Si” del Papa Francisco (155) leemos: “La ecología humana implica también algo muy profundo: la relación de la vida del ser humano con la ley moral inscrita en su propia naturaleza, relación necesaria para poder para crear un entorno más digno. … 

La aceptación de su propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y para aceptar el mundo entero como don del Padre y como hogar común; mientras que una lógica de dominación sobre su propio cuerpo se vuelve lógica, a veces sutil, de dominación sobre la creación.
Aprender a recibir su propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es fundamental para una verdadera ecología humana”. 

Consideraremos desglosar la noción de reparación en las tres facetas siguientes: 

1) Médica: los aspectos médicos de la reparación (restauración, regeneración, reconstrucción, cirugía plástica, etc.), tanto somático, psíquico que espiritual, en su diferencia esencial con la noción de aumento, de transformación. Estudiaremos lo que hace legitima la reparación y lo que la distingue de un aumento irrespetuoso de la dignidad y la naturaleza humanas. Reparar no es necesariamente rehacer lo mismo, sino respetar una cosa que formaba parte integrante del cuerpo humano. 

2) Filosófica: la noción de reparación exige una concepción del cuerpo “tal como debería ser “. Pero, ¿cuál es esta noción de cuerpo que debería servir de referencia para la reparación?La diferencia entre normal y patológico es difícil.
¿Qué es el cuerpo normal? Para reparar, se necesita una referencia.
Esta noción será considerada sobre la base de una antropología bíblica que valoriza la noción de unidad de la persona humana. Es la idea de una naturaleza renovada vista de manera dinámica. Esto es lo que hará que la reparación no se entienda como un simple volver a un estándar fijo, sino como una forma de respetar la naturaleza. Reparar no llegara nunca a alcanzar lo que era el cuerpo antes de la patología o el trauma.

3) Teológica: Reparar es también reparar lo afectivo, el corazón, el alma.
El cuerpo glorioso de Cristo, resucitado, pero con las huellas de su pasión, sirve de referencia para la reparación.
La reparación se refiere a la encarnación (es de hecho una vida encarnada en un cuerpo) que debemos renovar, pero también a la redención (reparar es también “salvar”).
El médico es quien trabaja en un verdadero proyecto de (co-) redención en el seno de una encarnación profunda.

info: rome2022@fiamc.org