Queridos colegas y amigos:


Celebramos estas fiestas navideñas con grandes cambios en nuestro continente y en el mundo.
Algunos cambios se presentan desde las nuevas gestiones políticas, las cuales tendrán un impacto en las acciones sanitarias y donde los profesionales de la salud tenemos un rol particular.
La sociedad en latinoamérica no sólo va afrontando sus dificultades, sino que busca y analiza constantemente soluciones para el crecimiento de la salud y el bienestar de sus habitantes frente a muchas amenazas, algunas económicas o ideológicas que presentan algunos países en particular.
Por otro lado la ciencia y la tecnología nos ofrecen nuevos métodos diagnósticos y tratamientos al alcance de muchos que hasta ahora eran imposibles.
En este marco de cambios, de crecimiento y de desarrollo nos encuentra el festejo del nacimiento de nuestro Salvador, quien en la persona de un niño pobre e indefenso, acunado amorosamente por sus padres, Dios se hace presente para transformar nuestras vidas y llenarnos de esperanza a todos los hombres.

La Iglesia, en su sabiduría inspirada por el Espíritu Santo y analizando a la luz de los desafíos de la sociedad actual, nos ofrece siempre su mirada maternal comprometida con la persona humana.

En estos últimos tiempos el Papa Francisco nos ha dejado una encíclica por cierto novedosa y a la vez necesaria. Laudato Si´ ha sido un faro que no puede evitarse si queremos permanecer y dejar de herencia a nuestros hijos la casa común en la que habitamos y vivimos.
Y para completar de algún modo esta visión de esperanza y compromiso que cada hombre debe llevar adelante, nos invita a vivir en profundidad el Año Santo de la Misericordia para que reflexionemos y seamos cada día mejores personas, en donde podamos incluir a todos nuestros hermanos y poner de manifiesto la dignidad intrínseca que lleva cada uno.

Estos días en que hemos comenzado con la celebración de la Navidad y continuaremos con los festejos de un año nuevo, los profesionales de la salud tenemos la oportunidad de reflexionar juntos, de analizar en profundidad las acciones que la sociedad lleva adelante y buscar soluciones profundas y verdaderas a los problemas éticos que la tecnología y la ciencia de hoy nos ponen de manifiesto.

Quiero enviar mis saludos de felicidad y paz a todos los que trabajan y velan por la salud de las personas, para que siempre tengamos un trato humanitario para con los pacientes, como así también lo ejerzan aquellos dedicados a la investigación y todos los que están comprometidos en el avance de la medicina.
Que con el rigor de la ciencia podamos llevar de modo humanizado la respuesta a quienes acuden en búsqueda de la salud y que a su vez esta profesión sea siempre pensada y ejercida desde el corazón de cada individuo, siendo este un modo para imprimirle sentido a nuestro ejercicio sobre cada ser humano, creado y pensado por Dios.

Que la inocencia y la vitalidad del Niño Jesús engendre en el corazón de los profesionales médicos dedicación y esperanza, sabiendo que Dios no abandona a sus hijos, sintiéndonos a la vez protegidos por María, aquella que lo acunó en su brazos dándole el calor maternal necesario para que naciera en un pesebre, junto a su esposo José como ejemplo de padre.

Que aquella Sagrada Familia sea modelo de unidad, amor y esperanza frente a un mundo que constantemente nos desafía a buscar soluciones y atención a nuestros hermanos enfermos.

Con todo mi afecto y unidos en Cristo,

Fabián Romano
Presidente de FAMCLAM