TERRIBLES BLASFEMIAS

Dr. José María Simón Castellví

Presidente de la FIAMC del 2006 al 2014

Pertenezco a la civilización occidental. No es una maravilla pero tiene también algunas ventajas. Aborrezco blasfemias como el provocador “padrenuestro” de una ciudadana de Barcelona, la prostitución, la trata de seres humanos, el aborto provocado, la eutanasia, la ausencia de cuidados paliativos y la popularización de las drogas. Por cierto que ayer organizamos una Jornada sobre los peligros de la marihuana (1)…

No puedo soportar a los que cometen terribles blasfemias contra Dios, el género humano o la Creación inmaterial. Matar a seres humanos inocentes es una abominable blasfemia a Dios, padre de todos los vivientes. No se puede matar, no se puede apoyar a los que matan y no se puede apoyar a los que apoyan a los que matan. ¡Y mucho menos en el nombre de Dios! ¡Jamás!

Cierto es que nuestra civilización occidental tiene unas áreas pudridero, donde se maltrata el nombre de Dios y a sus criaturas. Ello debe ser combatido y reprimido. La libertad no puede convertirse en libertinaje. La legítima acción de los poderes públicos viene de las mismas instrucciones de Dios al ser humano.

Los occidentales, cristianos, no creyentes, masones, judíos y otros, nos hemos puesto de acuerdo en nuestras imperfectas leyes para condenar las blasfemias. Así debe ser. Quien profirió el “padrenuestro” blasfemo debe ser condenada a pagar una multa que le duela. Los que matan a los hijos en el seno de sus madres deben pagar ya en este mundo por ello, con penas de cárcel. Y quienes matan en aeropuertos deben ser detenidos, juzgados con garantías y apartados de la sociedad para que no puedan seguir haciendo daño. No es incompatible la justicia humana con la misericordia humana. Dios juzga y juzgará pero ha encargado también a las legítimas autoridades proteger a los débiles –en el caso del terrorismo todos somos débiles- y aplicar ciertos castigos a los culpables después de un juicio justo.

Los occidentales debemos defendernos. No aplicaremos a los culpables males tan terribles como los que ellos infligieron a sus víctimas. Pero nos defenderemos.

Prácticamente todos estamos de acuerdo en detener a los que nos hacen daños terribles y en apartarlos del común de la sociedad. Con todas las garantías del derecho. Y también con toda la fuerza de la ley. Hay que impedir los asesinatos con todos los medios lícitos a nuestro alcance, que son muchos. No les mataremos pero impediremos que nos maten y maten a inocentes. Y algunos no olvidamos en absoluto también el poder de la oración.

(1)  http://www.fiamc.org/agenda/jornada-fiamc-cannabis-a-barcelona/