Miquel Delgado Galindo *

Esta es la pregunta que, de un modo u otro, se han formulado los dos millones de personas que han contemplado la Sábana Santa en la catedral de Turín, durante el período de ostensión que comenzó el 19 de abril y finalizó el miércoles, 24 de junio, con motivo del bicentenario del nacimiento de san Juan Bosco. LaSíndone es venerada por los cristianos como una reliquia única, en la creencia de que es el lienzo en el que fue envuelto y sepultado el cuerpo de Jesús después de morir crucificado.

Entre sus muchas vicisitudes históricas, todas ellas apasionantes, basta recordar que subsistió a dos incendios: el primero, que causó graves daños en la tela, ocurrió en la Sainte-Chapelle de Chambéry (Francia) en 1532; el segundo tuvo lugar en la catedral de Turín en 1997, afortunadamente sin consecuencias para la Sábana Santa.

Quienes entraron en la catedral de Turín –yo lo hice el primer fin de semana de mayo– pudieron contemplar una pieza de lino que mide 4,42 metros de largo por 1,13 de ancho. Entre dos líneas horizontales (quemaduras del incendio de Francia), se observa el cadáver de un hombre que ha sido crucificado. Hay restos de sangre humana del grupo AB. Desde el centro de la tela hacia la izquierda –lado frontal del cuerpo– se distingue bien el rostro y las heridas en la frente, provocadas por una corona de espinas; las heridas en el costado, en las muñecas y en los pies. Del centro a la derecha –lado dorsal del cuerpo– se observa la nuca, la espalda y las piernas, con las marcas de la flagelación. Todo ello coincide perfectamente con la narración de la Pasión de Cristo contenida en la Sagrada Escritura. Por esta razón, san Juan Pablo II dijo que la Síndone es un espejo del Evangelio. El papa Francisco, que veneró la imagen el domingo 21 de junio, se refería a la Sábana Santa como un icono del amor de Jesús que atrae hacia su rostro y su cuerpo torturado y, al mismo tiempo, empuja hacia el rostro de cualquier persona que sufre y es perseguida injustamente.

La investigación científica de la Síndone comenzó en 1898, cuando el abogado Secondo Pia fotografió la tela por primera vez. En el proceso de revelado, Pia contempló con asombro que el negativo fotográfico aparecía a la vista humana como un nítido positivo. Al verlo, el escritor francés Paul Claudel exclamó: “Esta no es una imagen: es una presencia!”. Desde entonces, los estudios realizados han llegado a la conclusión de que no se trata de una pintura. A día de hoy sigue siendo un misterio todavía no desvelado la formación de la imagen humana que se contempla en la Síndone. Algunos la han calificado como un “objeto imposible”, no reproducible; con características físico-químicas únicas e irrepetibles.

En 1988, tres laboratorios universitarios (Oxford, Zurich y Arizona) examinaron una zona marginal de la Sábana Santa sirviéndose del método del carbono 14, que se utiliza para la datación de materiales orgánicos (madera, huesos, fibras textiles, etc.). El resultado del análisis de los tres centros de investigación fue que la tela es de los siglos XIII y XIV. Pero estas conclusiones han sido objeto posteriormente de debate en el mundo científico, pues algunos estudiosos han puesto en duda la credibilidad del método del radiocarbono en un objeto con características tan especiales como la Síndone. La datación medieval contrasta con otros resultados obtenidos en otros campos de investigación que se han efectuado. En el pasado ha ocurrido que la prueba del carbono 14 ha dado resultados completamente equivocados o absurdos, como dataciones futuras. Además, no se puede descartar que el fragmento de la Sábana Santa examinado en 1988 por los tres laboratorios no haya sido alterado a lo largo de los siglos. En efecto, estudios posteriores sobre tejidos antiguos han puesto de manifiesto que contaminaciones de tipo biológico, químico y textil pueden modificar considerablemente la edad radiocarbónica de un tejido. El inventor del método del carbono 14, el científico norteamericano Willard Frank Libby, Premio Nobel de Química en 1960, fallecido en 1980, afirmó que esta prueba no podía ser utilizada para datar la Síndone, porque se trata de una tela contaminada por diversos agentes externos a través de los siglos. Por tanto, la cuestión de la datación del tejido de la Sábana Santa no está todavía resuelta a día de hoy.

Tal vez algún día la ciencia podrá ofrecer una explicación definitiva sobre el origen de esta tela misteriosa; o quizás no. Mientras tanto, es razonable que una persona, con fe o sin ella, pueda preguntarse: ¿y si el hombre de la Síndone fuera Jesús de Nazaret?

* Monseñor Miquel Delgado es Subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos. Trabaja en san calisto, a pocos metros de la sede de la FIAMC en el Vaticano

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