La fui a ver al hospital. Me dijeron que estaba deshecha en vida pero no les creí. Siempre me resisto a creer en el horror que deja la violencia.
La encontré en la primer camita de una habitación de tantas del hospital. Cuando la vi no pude ver el horror, esa negación que siento ante tantas  injusticias juntas.
La vi ahi con sus veintitres años, con su carita de ángel y sus manos de paloma revoloteando como queriendo empezar un vuelo que nunca comienza.
La vi ahí con sus ojos verdosos,  más verdes que las limas maduras y tuve esa extraña sensación que estaba por levantarse.
La vi ahí con su delgadez flotando en el aire y su cuerpo tieso como las pinturas de las paredes y no pude ver que no se movía casi.
No vi,  quizás no pude ver.
Mientras le hablaba y le contaba del calor de afuera y no se que otras cosas le acariciaba la frente.
La acaricié largo rato hasta que con una de sus manos que revoloteaba como para empezar a volar me apretó suavemente la mia y ahi en ese preciso instante pude ver toda la realidad junta. Una realidad implacable , dolorosa y difícil.
Se llama Claudia, y podría ser una jovencita más sino fuera porque un día un hombre violento hace mucho, le pegó tanto que la dejó cuadripléjica, conectada a un montón de caños y tubos que la mantienen viva, si eso es vivir.
Se llama Claudia y su mamá en la desesperación de la pobreza, la soledad y el abandono la dejó ahí en la camita de un hospital y la va a ver cuando puede.
No se explicar toda la tristeza, el dolor y la impotencia que da verla ahí, muerta en vida, sin poder comunicarse más que con un apretón de manos que puede ser tantas cosas a la vez: tengo calor, tengo frio, tengo sed, me siento sola, estoy harta de esto, tengo ganas de salir a la calle, tengo ganas de vivir, tengo ganas de caminar por una plaza y sentir el sol en la cara.
Se llama Claudia y cuando no la entendí se le llenaron los ojos de lágrimas y a mi el corazón se me hizo un ovillo. Una chica de la otra cama me dijo “humedézcale los labios con un algodón con agua seguro tiene sed”.
Ahi cuando el agua rozó sus labios , su cuerpo enjuto, retorcido y tan níveo se relajó por un instante y no quizo volar.
Un año nuevo esta por empezar. Quizás sea momento de agradecer lo que tenemos y de renovar y renovarnos el corazón.
Y quizás sea el momento de una vez por todas de terminar con la violencia de una vez y para siempre.
Ni una menos. Ni una más en la cama de un hospital para siempre.
Alicia Peressutti
“Si eres neutral en situaciones de injusticias, has elegido el lado del Opresor” Desmond Tutu