Hablando cómodamente en su lengua natal, y con gestos de alegría, Francisco no pudo dejar de improvisar discursos y mensajes que le brotaban del corazón.

Fueron muchos los gestos y palabras que han sembrado una semilla de esperanza y de renovación para tantos corazones fervientes que habitan nuestras tierras.

El Papa Francisco vuelve a dar muestra de que está lleno del Espíritu Santo, en donde Dios se manifiesta en cada gesto y en cada expresión según las necesidades de la época.

El mensaje fue universal, aunque por supuesto agiornado a las situación de cada país que ha visitado, y sobre todo con proyección hacia América, en donde cada una de sus regiones  comparte tantas ilusiones y tantas desesperanzas.

“Una fe que no es solidaria es una fe mentirosa” es una de las expresiones que nos dejaba el Papa frente a las multitudes que lo han seguido durante esta agotadora y fructífera gira.

Los hechos nos han demostrado que hay una necesidad de escuchar lo que Francisco nos dice, en su lenguaje simple y profundo, que llega al corazón de todos y cada uno, sea o no creyente.

América Latina comparte muchos problemas en común, como la pérdida de valores fundamentales, la deshumanización en las profesiones y en el trato con los hermanos; la inequidad y la desigualdad económica entre algunos sectores de la sociedad.

Frente a estos y tantos otros flagelos que van debilitando a la persona y que dejan paso a situaciones confusas y poco claras, la Iglesia no deja de alzar su voz firme y fundamentada.

Como profesionales de la salud debemos estar muy atentos a este llamado respondiendo constantemente a nuestra vocación humana y a los valores que cada uno tiene.
Debemos fortalecer los talentos recibidos por Dios los cuales no pueden quedar tal cual nos lo han sido otorgados; debemos madurarlos y por sobre todo ponerlos al servicio de los demás.

Que las palabras y el mensaje de Francisco en América Latina puedan servir de sustento y fortaleza para construir un mundo mejor.

Y nosotros, profesionales de la medicina, comprometidos especialmente con la Salud, con la Vida y con la Esperanza, podamos ser instrumentos de sanidad, brindándonos a cada paciente con un compromiso firme en la defensa de la vida; sosteniendo a los débiles, calmando el dolor físico, acompañando y aliviando al que sufre, siempre poniendo nuestra ciencia y conciencia en cada acto terapéutico, queriendo ser de este modo”alivio al cuerpo y caricia al alma”.

Dr. Fabián Romano
Presidente FAMCLAM
(Federación de Asociaciones de Médicos Católicos Latinoamericanos)