Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

Dr. José María Simón Castellví

Past President FIAMC

          En unas pocas líneas me gustaría ofreceros mi visión sobre el acto de Consagración de los médicos católicos de todo el mundo al Sagrado Corazón de Jesús, que tuvo lugar en Roma el 21 de junio de 2019.

Foto: FIAMC Press Services

          La iniciativa partió de una inspiración del Presidente Bernard Ars: deseaba ardientemente una consagración de todos los médicos católicos al Corazón de Jesús para aumentar la vida interior de unos profesionales que estamos expuestos al constante bombardeo del relativismo, de la cultura de la muerte y del descarte y, en general, del modernismo. No basta con organizar y asistir a congresos profesionales de alto nivel, ni basta con una mínima vida de piedad. Es necesario mucho más para que seamos buenos profesionales que ven en el paciente a un hermano al que hay que atender en su cuerpo, psicología, familia, entorno y alma.

          Aquel día tuvo lugar en la Pontificia Universidad Urbaniana un acto académico particular. No serían ponencias al uso sino reflexiones que verían la persona del médico y del paciente en su totalidad. Entre parlamentos, hubo momentos de plegaria y de reflexión. También hubo cantos (¡y muy buenos!). Los asistentes entendieron bien el mensaje y estuvieron atentos y sin demasiadas distracciones. Venían de todos los continentes. Había un numeroso grupo de médicos de Puerto Rico.

          Yo tuve el honor de dirigirme a la audiencia con unas palabras sobre el centenario, que se cumple este mismo año, de la Consagración de España al Sagrado Corazón. Lo hizo el rey Alfonso XIII, de acuerdo con los obispos. El que representa al país puede consagrarlo. Fue una de las cosas buenas que hizo aquel rey. Otras no lo serían tanto.

          Después de la solemne Consagración en el Cerro de los Ángeles, en un monumento situado en el centro geográfico del país, pasaron cosas terribles. Se fusiló el monumento y hubo asesinatos de jóvenes que lo protegían y que murieron perdonando. El corazón de Jesús del monumento no resultó dañado por las balas…

          Nosotros en Roma también tuvimos que pasar por alguna penitencia, pero menos: un intenso y húmedo calor que no nos dejaba. Por la tarde, hubo la misa en la Capilla del Coro de la Basílica de San Pedro, concelebrada por nuestro asistente eclesiástico internacional, por el secretario del Dicasterio para la promoción del desarrollo humano integral (donde se incluye hoy en día la pastoral de la salud y los agentes sanitarios) y por otros sacerdotes vinculados a las asociaciones de médicos católicos. La intención de los fieles en español rezaba así: Te rogamos, Señor, por los médicos católicos, para que vean en cada paciente a otro Cristo, al mismo Cristo”.

          Al final de una misa bellísima, con música de órgano y cantos, tuvo lugar la Consagración. La realizó el doctor Ars en francés, despacio y con énfasis. Los asistentes pudieron seguirla en su lengua en el librito de recuerdo. Ya se comprende que el Corazón de Jesús incluye al Corazón Inmaculado de Nuestra Señora.

Al día siguiente nos recibió el Santo Padre Francisco, al mediodía, en la Sala Regia del Palacio Apostólico. Tuvo la gentileza de saludar a todos y cada uno de los presentes, después de un discurso memorable. El Papa venía de recibir a muchas personas en una audiencia a los jóvenes. A pesar del lógico cansancio, y de algún comprensible retraso, estuvo con nosotros en una entrega total. Presentó a la FIAMC el cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio integral. En primera fila, junto al Presidente Ars y el Comité ejecutivo de la FIAMC, también estuvieron los presidentes de los médicos católicos de Italia (AMCI, Dr. Filippo Boscia) y de todos los médicos de Italia (FNOMCeO, Dr. Filippo Anelli). Nos acompañaron también los superiores del Dicasterio.

http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2019/june/documents/papa-francesco_20190622_fiamc.html

          Después de la audiencia, nos dieron un obsequio y los participantes, por grupos o en familia fueron a almorzar. ¡Fueron unos días intensos, inolvidables, para nosotros, médicos católicos de todo el mundo!