Por el Dr. José María Simón Castellví

Anterior Presidente de la FIAMC (2006-2014)

Los médicos católicos, al igual que tantas otras personas pro-vida, exponemos pacíficamente nuestra visión del mundo y de la persona humana tanto en privado como en público. Respecto a la defensa de la vida naciente, no nos cansamos de defenderla con argumentos de todo tipo. De hecho, como ha dicho el Papa Francisco recientemente al Congreso de médicos católicos italianos (1) y como ya nos dijo en su audiencia a la toda la Federación (2), es por una razón más bien de Ciencia que el nasciturus debe ser tratado como uno de nosotros. Además, al ser más débil, su protección y cuidados deben ser mayores.

Llevo 25 años oyendo que los que consideramos el aborto provocado como un crimen abominable siempre estamos diciendo “no”. Ello es cierto cuando necesariamente debemos decirlo al estar en juego derechos fundamentales de los seres humanos. Sin embargo, nuestra antropología es la del “sí”. Sí a la vida, sí a la familia, si a la protección de la maternidad, sí a los hijos concebidos entre un hombre y una mujer que se comprometen para siempre, sí a la belleza de las familias numerosas. Sí a los métodos naturales de regulación de la fertilidad si son estrictamente necesarios. Sí a todo tipo de ayudas a las gestantes con problemas y a sus familias.

Como es natural, la vida humana sobre la tierra tiene su parte difícil y en ocasiones es muy dura. Es por ello que no ponemos nuestro centro de gravedad en los “noes” o solo en palabras. Ayudamos con dinero, con consejos, ejerciendo buena Medicina y buena Obstetricia, creando maternidades y dando oportunidades de formación a nuestros colegas más jóvenes o de países más pobres.

No le es posible al médico substituir a los esposos: los puede y debe ayudar. Sin embargo, la legión de clínicas de reproducción artificial que pueblan nuestras calles no son los ambientes adecuados para concebir los hijos. Los hijos no se producen: se reciben como un don, un regalo (1). Se procrean.

Supongo que seguiremos diciendo “síes” y “noes” durante largo tiempo, quiza decenios puesto que el poder de las tinieblas aun no ha sido del todo vencido. Pero no podemos dejar de manifestar la verdad de la vida y la familia por duro que se ponga el ambiente social y por difícil que se ponga el ejercicio de la Medicina. La nuestra es una razón amable y verdadera, de Ciencia y de Razón. Y nuestra Fe apoya a la Razón para servir mejor a los pequeños, aunque a veces cueste.

Para terminar, les recomiendo que cuando se crucen con una embarazada en el metro, por la calle o en el restaurante, le sonrían. ¡Es nuestro gran tributo a su generosidad de madre!

(1)    http://www.fiamc.org/news/santo-padre-ai-medici-cattolici-italiani/

(2)    http://www.fiamc.org/texts/holyfather/holy-father-to-fiamc-mater-care-international/