EN RECUERDO DE MONSEÑOR ZIMOWSKI

Dr. J.Mª. Simón Castellví

Miembro del Consejo Pontificio para los Agentes Sanitarios

(para la Pastoral de la Salud)

El que fuera Presidente del dicasterio creado para ayudar a los agentes sanitarios y mostrar la misericordia de la Iglesia a los enfermos, Monseñor Zygmunt Zimowski, era un hombre de Dios. Siempre amable, trabajador, políglota, tenía permanentemente en su boca a San Juan Pablo II, sus enseñanzas, sus anécdotas y su fe férrea.

Tuve el privilegio de tratarlo mucho durante mi mandato como Presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC). Aun me acuerdo de su rostro maravillado cuando publicamos un número especial de nuestra revista “Decisions” dedicado a Juan Pablo II. Vi en sus ojos una mezcla de agradecimiento, sano orgullo de polaco y una cierta parálisis. ¡Hubiera saltado varias veces de alegría pero no se atrevía a hacerlo!

Trabajó en Doctrina de la Fe y fue ordenado obispo por el entonces cardenal Ratzinger. Desde su nombramiento como Presidente del Consejo Pontificio para los Agentes de Salud, acudió a muchos de nuestros actos y congresos. El de Lourdes de 2010 le fue especialmente grato, quizá por tener lugar en un santuario mariano que conforta a todo tipo de enfermos o discapacitados y a sus familias.

Estando con él en otro santuario mariano, el de Altoetting (Baviera, Alemania), celebrando la Jornada mundial del enfermo en 2005 supimos de la “resignatio” del Santo Padre Benedicto XVI. Reaccionó con mucho coraje y animó a los presentes, que estábamos desolados. Quizá intuyó que Benedicto mismo se sentía sin fuerzas, como enfermo, y quería consolarlo en nosotros.

Unos meses después, el Papa Francisco recibía a los médicos católicos en una audiencia en la que tuve el honor de realizar un pequeño discurso en español antes de oír las palabras del Pontífice. Monseñor se sentía orgulloso de los médicos y nosotros estábamos muy agradecidos de que hubiera querido venir con nosotros a escuchar al Papa.

Guardo como recuerdo material suyo la segunda felicitación de Navidad que me envió, muy personalizada, cuando ya estaba gravemente enfermo: un detalle inesperado para mí.

Al final de estas palabras mías se encuentra una miscelánea fotográfica preparada por los servicios de prensa de la FIAMC y algunos escritos del arzobispo que sostenía con su encargo a médicos, farmacéuticos, enfermeras y otras personas que atienden a los enfermos.

¡Descanse en paz, Monseñor!

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