Se dice que acciones físicas, que son responsabilidad de los hombres, podrían alterar el clima y propiciar catástrofes naturales. Pero no se dice que actos humanos espirituales – conversión, oración y sacrificios – pueden evitar o dulcificar las catástrofes naturales.

La Virgen en las apariciones de Medjugorje ha dejado dicho que la oración y el sacrificio pueden evitar catástrofes naturales y guerras.

En la tercera parte del secreto de Fátima, hecho público en el año 2000 por el santo Papa Juan Pablo II, se anuncia una cruenta persecución contra los cristianos, lo que ya fue preanunciado por este Papa en 1980, en Fulda (Alemania) (Visita del 15-19 de noviembre de 1980) El Papa anunciaba a unos fieles que le preguntaban por el mentado secreto, aún no hecho público, que se nos llama a estar dispuestos a dar la vida por Cristo. Y decía que tal persecución puede atenuarse por la oración, aunque no evitarse, ya que, como otras veces, la Iglesia se regenerará por la persecución.

Pero además de esto el Papa da a entender que tal secreto versa también sobre el anuncio de grandes catástrofes naturales que sobrevendrán, cosa no presente en lo publicado del secreto. (Se dice que aunque el secreto se reveló íntegro, como atestiguó Lucía, vidente superviviente de Fátima, se omitió una hoja adjunta con la interpretación de la Virgen. Y la razón de esta omisión la da el propio Juan Pablo II, del que transcribimos las palabras con que contestó a los fieles que le interrogaban acerca de por qué no se revelaba dicho secreto):

“Además debe bastar a cada cristiano saber lo siguiente: Cuando ustedes leen que los océanos inundarán continentes, que millones de hombres morirán repentinamente en pocos minutos… si esto es conocido, en realidad no es necesario demandar la publicación de este secreto…muchas personas lo quieren conocer sólo por curiosidad y sensacionalismo; pero olvidan que “saber” implica también una responsabilidad…pero sólo desean satisfacer su propia curiosidad. Esto es peligroso cuando al mismo tiempo nada quieran hacer diciendo. “¡Es inútil hacer algo para mejorar la situación!” – Entonces el Papa tomó el Rosario y dijo –: “¡Aquí está el remedio para esta enfermedad! Oren, oren y no hagan preguntas. ¡Encomienden el resto a Nuestra Señora!” [véase, en italiano, revista “Vox Fidei”, edición # 10- 1981]

También Benedicto XVI, antes de ser Papa, habló de que la tribulación que vendría implicaba desastres naturales apocalípticos. Y en las apariciones de Akita (Japón) (que el entonces cardenal Ratzinger, luego Benedicto XVI, declaró continuación de Fátima) la Virgen dijo: “Si los hombres no se arrepienten y mejoran a sí mismos, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad” “será un castigo mayor que el diluvio, como nunca se habrá visto antes”.

En realidad, ya sabemos que todas las predicciones de castigos y catástrofes no son deterministas, sino que si los hombres se convierten no sucederán. Así, para evitarlas o dulcificarlas o aplazarlas, nuestra actitud, positiva y preocupada, debería ser la oración, especialmente el santo Rosario, la conversión y el sacrificio o penitencia. Y si no se nos exigiera un martirio cruento, entregar nuestra vida de cada día, negarnos a nosotros mismos, y tomar la cruz. Esta muerte cotidiana a nosotros mismos es la mejor actitud para evitar o dulcificar las catástrofes naturales.

Javier Garralda Alonso